marzo 2023
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Mañana, 8 de Marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer y queremos recordar a una infanteña ejemplar: doña Antonia Plaza Estacio, maestra.

Para muchos infanteños de mi generación (que recibimos la educación infantil en la década de los 80) la palabra maestra, cuando la escuchábamos de voz de nuestras madres y abuelas, tenía (y tiene) una connotación maternal que sobrepasaba, desde luego, su sentido académico y profesional. Cuando preguntabas a aquellas sobre su educación, contestaban: “Mi maestra era”: con un claro sentido de pertenencia. A sus maestras nos las describen como mujeres que, además de enseñar a leer, escribir y las “cuatro reglas”, como se decía entonces, tuvieron hacia sus alumnas una labor protectora y social que se acentuaba en aquellos casos de niñas con bajos recursos económicos o capacidades especiales. Doña Antonia Plaza (1908-2004) fue un ejemplo al respecto. Con ella queremos rendir un homenaje en el Día de la Mujer a aquellas maestras infanteñas que se formaron en la década de los años 20 del siglo XX y que formaron a su vez durante décadas a muchas de nuestras madres y abuelas.
Doña Antonia Plaza Estacio nació el 8 de enero de 1908 en Villanueva de los Infantes. Era hija de Diego Plaza (pastor) y de Agustina Estacio (ama de casa). Sus primeras letras las recibe en colegio del Sagrado Corazón de Jesús donde fue becada. Allí demostró notables cualidades para el estudio y el aprendizaje. Su maestra, sor Pilar Urra, expuso tan excelentes dotes a doña Carmen González quien no dudó en correr con los gastos de su carrera como maestra, como ella misma reconoció en una entrevista para “Balcón de Infantes” a su sobrino, nuestro cronista y querido Clemente Plaza y me corroboró, tiempo después, su hermana Francisca Plaza, a quienes agradezco la valiosa documentación que me facilitaron en su día.
Cursó sus estudios, según mis datos, entre 1921 y 1925, en la Escuela Normal de Maestras de Ciudad Real. Durante los cuatro cursos reglamentarios, doña Antonia, perfiló una formación no solo académica sino enfocada a la educación de las niñas como amas de casa y esposas, lugar que la mujer ocupaba en la sociedad esa época. Por ejemplo, nuestra maestra, como otras tantas de su generación, además de cursar en su carrera las asignaturas de Dibujo, Geografía, Religión e Historia Sagrada, Caligrafía, Música, Teoría y práctica de la lectura o Aritmética, entre otras; también se formó en áreas netamente femeninas como labores y economía doméstica.
En 1926 obtiene por fin el título de maestra de primera enseñanza y su primer destino, como interina, fue Retuerta del Bullaque, en pleno campo de Cabañeros, en la provincia de Ciudad Real. En 1929 oposita para las plazas de Magisterio. Con ella se presentan a las pruebas otras tantas maestras infanteñas: Mariana Sarrión Matamoros, Isabel de la Hoz Fernández, María Cruz López Mena, Elena de Lis Aguado, Consuelo López Mena, Luisa Morales de Lis y Petra Herminia Gasanz Sánchez. Con plaza en propiedad es destinada a la localidad de Mazo en la isla de La Palma, Santa Cruz de Tenerife, y desde 1931 hasta 1943 en la vecina localidad de Carrizosa donde pasó la Guerra Civil y sufre la posterior depuración del Magisterio a la que la dictadura franquista sometió a todos los maestros. En 1944 se traslada por fin a Villanueva de los Infantes donde ejerció en la escuela graduada de San Miguel.
Quien la recuerda y conoció nos la describe como una mujer seria y recta, pero que enseñaba desde el corazón y muy concienciada con los problemas sociales de las mujeres de su tiempo, especialmente de aquellas niñas de bajos recursos económicos y capacidades que fácilmente podían quedar sin alfabetizar. Buen ejemplo de ello es que desde 1956 dirigió la escuela de adultas para alumnas que compatibilizaban su educación más elemental con sus labores de trabajo, muchas veces agrícolas: vendimiar, coger aceituna, arrancar, espigar…
Tuvo, además, una importante labor caritativa en el plano de la educación y enseñó a leer y a escribir a muchas personas que por su distinta capacidad no podían acudir a la escuela, como Pilar Prieto Arias, la de Meneses, o Jacinta Arcos, invalida de la calle San Francisco. En general, cooperaba en todas las campañas contra el analfabetismo que se organizaban en nuestro pueblo.
En noviembre de 1971, como consecuencia de su labor profesional y humanitaria, a instancias de la Inspección Provincial de Enseñanza Primaria, le fue concedida por el Ministerio de Educación y Ciencia la cruz de Alfonso X el Sabio, insignia que le fue regalada físicamente por sus compañeros integrados en la escuela graduada San Miguel donde ejercía la premiada. Don Arnaldo Serrano la definía como una maestra “menuda, leve y humilde”, pero “celosa, trabajadora y conocedora de sus méritos”. Don Arnaldo, tan genial como siempre, le dedicó en el acto, entre otras, esta tercetilla:
…Es de cara menuda;
de tez morena;
y de talla gigante
¡Qué es la enseñanza
una ventana abierta
a la esperanza!
En las imágenes, un retrato de doña Antonia Plaza y algunos de sus trabajos de la asignatura de dibujo.
✍️ Carlos Chaparro Contreras


El término Local o Municipal lo eligen las competencias de cada localidad. Hace años era denominada, en toda España, como Policía Municipal. Ahora se denomina generalmente Local, exceptuando Madrid y algunas localidades más como Pamplona, Bilbao o San Sebastián, por ejemplo.
Muchas personas creen que la Policía Local está para organizar el tráfico y multar a los vehículos. Es cierto que gran parte de su tiempo lo dedican a estas tareas. Sin embargo, destinan grandes medios en ayudar y proteger al ciudadano. La Policía Local protege las autoridades de las corporaciones Locales, vigilia y custodia sus edificios e instalaciones, controlan las manifestaciones, entre otras actividades.
Un poco de historia...
La semilla de este instituto armado surgió en Córdoba, donde los Derrab recorrían las calles vigilando que no se cometieran delitos. Asistían a la ciudadanía y protegían a los altos mandos, un legado que ha llegado hasta los agentes municipales actuales.
Más tarde, en el siglo XII, surgieron los Sayones, los Alguaciles y los Porteros de Vara. Se encargaban de materializar las órdenes que dictaba la Justicia y nos han dejado algunas curiosidades.
Los Sayones, por ejemplo, se ganaron bastante mala reputación, y no es extraño que hoy la palabra “sayón” se refiera a un hombre que destaca por su ferocidad. El de los Porteros también tiene su sentido: llevaban una vara de madera flexible que utilizan como arma.
Muchos de los antepasados de los agentes municipales coincidieron en algún punto de la historia. Los Porteros de Vara existieron hasta mediados del siglo XIX, mientras que, ya en el XVIII, los Salvaguardas del Pueblo habían comenzado con sus patrullas.
Se trataba de un cuerpo creado por el rey Carlos III, formado por más de 1.000 hombres que se dedicaban a hacer rondas de vigilancia. Viajando 50 años hacia delante, el panorama era distinto: de lo que más se hablaba era de los Mangas Verdes, cuya lentitud a la hora de acudir a las llamadas de auxilio de la población derivaría en el dicho “a buenas horas, mangas verdes”. ¡Nada que ver con la velocidad que hoy permiten los coches patrulla!
Al depender del ayuntamiento en el que desempeñan sus funciones, "los municipales" han vivido realidades distintas en las diferentes zonas de España. Es decir, que no existe una única historia de la Policía Local, sino muchas: una por cada territorio.
El ordenamiento del tráfico urbano ha estado muy presente en la evolución de la Policía Local. Corría el año 1924 cuando el General Primo de Rivera estableció la circulación de los carruajes por la derecha de la calzada y fue en este año cuando se implantó en Madrid el origen de la circulación moderna: Pasos de peatones, direcciones prohibidas, semáforos, direcciones únicas, señales… Aquí es donde entra la figura del Guardián de la Porra, fiel guardián de los pasos de peatones y de los semáforos que no dudaba en multar a los ciudadanos que no cumplían el reglamento.
Este origen nos ayuda a entender la razón de ser de la Policía Local, que ha ido evolucionando según las necesidades propias de la sociedad y de los tiempos que corren. Así, en 1972, seis años antes de la democracia, entra en el Cuerpo la primera mujer en la Policía Municipal de la capital española.
Con la llegada de la Democracia y la Constitución del 78, la Policía Municipal se adaptaba a los recientes cambios, creando un nuevo modelo policial. De este modo, la Policía estaba al servicio de la comunidad y al respeto de la dignidad de la persona.
Así es su historia: desde funciones mínimas en tareas de tráfico, instruir atestados por accidente de circulación dentro del casco urbano; hasta las nuevas competencias asignadas por la vigente Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (L.O. 2/1986 de 13 de Marzo), todo esto para que la Policía Local sea una policía al pleno servicio del ciudadano.
¡Muchas felicidades a tod@s, en especial a la Policía Local de Villanueva de los Infantes!

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