La subasta o puja de objetos donados a la Virgen de la Antigua comenzaron en 1873

La subasta o puja de objetos donados a la Virgen de la Antigua era, junto al ofrecimiento y las limosnas obtenidas por los “pedidores”, una importante fuente de ingresos para el mantenimiento del culto a la imagen y su santuario.

Estos recursos se custodiaban en la denominada “arca de las tres llaves” que como su nombre indica sólo podía ser abierta o cerrada en presencia de tres personas con sus llaves correspondientes: la del cura párroco, el capellán de la cofradía (que era el administrador) y el mayordomo mayor (presidente).
El arca contenía además de los caudales, la documentación, reglamentos, medallas, estampas…y se conservaba en la casa del vicario en la calle de las Cruces.
Las primeras pujas que se celebraron de manera continuada comienzan en el año 1873 y hasta la actualidad. Como ahora, se celebraban en la plaza Mayor y en aquellos años acudía la banda de música a amenizar la rifa.
Detrás de cada objeto donado, y como si tiráramos de un hilo, podemos rescatar a muchas personas anónimas, pero ejemplo de la sociedad infanteña devota de su Virgen que donaba lo que podía en la medida de sus posibilidades.
En la puja de 1883 encontramos, por ejemplo, la subasta de una cuna de estambre, que bien pudo estar hecha por un pastor; una cazuela de barro de Infantes, obra de algún barrero local; un par de botines de niño, del taller de un zapatero de obra prima; una sandía, de la huerta de cualquier hortelano; un gallo de trapo y un acerico, de las manos alguna modista; una cabra y una cordera, de algún pequeño ganadero, o hatajero como se les conocía, o de la cabaña de alguna casa “grande” que fueran llevadas a la plaza por el mayoral; un portamonedas, realizado por cualquier guarnicionero; dos botellas de licor, de algún comerciante…Y un sinfín de objetos entre los que no podía faltar la media fanega de candeal que como mi abuelo materno, Esteban Contreras, mayoral de las mulas de los Maranchoneros, nunca dejó de llevar mientras vivió a la subasta procedente de su pegujal.
En la fotografía, la presidencia de una puja hacia 1955 en la que podemos reconocer a don Pedro Castellanos, don Ramón Gómez Rico, párroco, y otros que desconozco.
✍️ Carlos Chaparro Contreras

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