𝘔𝘢𝘳𝘪́𝘢 𝘍𝘳𝘢𝘯𝘤𝘪𝘴𝘤𝘢 𝘚𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘚𝘦𝘭𝘢𝘴, 100 años de historia, amor y esfuerzo.
𝟏𝟎𝟎 𝐚𝐧̃𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚, 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐲 𝐞𝐬𝐟𝐮𝐞𝐫𝐳𝐨...
El tiempo avanza sin pausa, pero hay personas que parecen desafiarlo. María Francisca Segundo es una de ellas. Este mes cumple 100 años y, con la misma firmeza que ha tenido siempre, sigue recordando cada instante de su vida con una lucidez admirable. Porque si hay algo que María Francisca ha hecho siempre, es recordar.
Sus primeros pasos los dio en Cózar, en la casa de su abuelo, en una época en la que los días eran largos y el trabajo no entendía de edades. Era la mayor de ocho hermanos, y eso significaba aprender antes que nadie lo que era la responsabilidad. No había tiempo para quejarse. Cuidar de los pequeños, ayudar en casa, colaborar en lo que hiciera falta… Todo formaba parte de su infancia.
Aún recuerda con claridad la casa en la que creció, la que sus padres, Alfonso y María, levantaron con sus propias manos. “Aquello sí que era trabajar”, dice a veces con una mezcla de admiración y nostalgia. Pero el esfuerzo no la alejó de la alegría. Había juegos en las calles polvorientas del pueblo, risas en las tardes de verano y miradas furtivas en las fiestas.
Una de esas miradas, en el parque de la ermita de San Antón, le cambió la vida. Fue la de Juan José, un muchacho de Cózar que, armándose de valor, le escribió una carta. En ella, entre palabras temblorosas, le confesaba algo sencillo pero poderoso: “Me gustas mucho”. María Francisca aún se emociona cuando la recuerda. No hicieron falta grandes discursos ni promesas. La vida los llevó a compartir un hogar en la entonces calle Teniente Ricardo, hoy Calle Mayor, donde ella encontró su lugar.
𝐸𝘭 𝘤𝑎𝘮𝑝𝘰 𝘧𝑢𝘦 𝘴𝑢 𝑒𝘴𝑐𝘶𝑒𝘭𝑎 𝑦 𝑠𝘶 𝘥𝑒𝘴𝑡𝘪𝑛𝘰.
Vendimió con las manos manchadas de mosto, recogió aceituna con los dedos agrietados por el frío, limpió casas cuando hizo falta y, sobre todo, se dedicó a lo más importante: cuidar de los suyos.
No había lujos, pero sí dignidad. Sus hijos iban siempre impecables, aunque el dinero no sobrara, y su casa brillaba como un espejo, con las ventanas relucientes que se convirtieron en su sello personal.
𝑃𝘦𝑟𝘰 𝘭𝑎 𝑣𝘪𝑑𝘢 𝘯𝑜 𝑒𝘳𝑎 𝑠𝘰𝑙𝘰 𝘵𝑟𝘢𝑏𝘢𝑗𝘰.
María Francisca encontraba pequeños placeres en el día a día. Adoraba cuidar sus flores y, aún hoy, pregunta por ellas como si fueran parte de la familia. Le gustaba el ganchillo, las charlas con las vecinas al fresco en las noches de verano y la sensación de tenerlo todo bajo control. Porque sí, tenía carácter. No se metía en lo que no le concernía, pero en su casa se hacía lo que ella decía.
Hoy, al cumplir 100 años 
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María Francisca no solo celebra un siglo de vida, sino que lo hace con una vitalidad admirable. Sigue con su misma fuerza, con su determinación intacta y con la mirada de quien ha vivido mucho, pero sigue disfrutando del presente. Quienes la rodean la miran con admiración, con respeto, con un amor profundo por esa mujer que, con sus manos incansables y su corazón fuerte, ha tejido una vida llena de significado.
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Desde el Ayuntamiento de Cózar queremos rendirle homenaje. Porque su historia es también la historia de este pueblo. Y porque hay personas que, aunque el tiempo pase, nunca dejan de brillar.
¡Feliz centenario, María Francisca! 
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Ayuntamiento de Cózar.